Friday, July 29, 2005

Desaparición / Candado

D.


Cierto día, Fanshawe desapareció.
Un día de libertad enferma.
Así es como se construyen las habitaciones cerradas.
Así es como esta música se interpreta.
No saber.
Ignorar el interior.
Un cisne degollado, hervor de océanos, suturas de atmósfera, almendras extraviadas, niños ciegos con tres dedos, cadenas infecundas, vida caída.
Es una música pastosa de la que es imposible extraer armonía.
No hacer la vida.
Súbita creación.
Desaparecer es iluminar sangre en los muros o en los espejos o en la vestimenta, en el sexo, en la muerte.
Artaud en México, Corgan tras el sonido, Van Gogh bajo sol, Reznor aislado tras la muerte de su abuela.
No recuerdo nombres que deseo recordar.
Algunas pieles...
Cierta piel huele a plástico, otra piel huele a una forma de tabaco. Supongo la piel que tiene olor a mantequilla.
El fin se precipita.
Habrá el vértigo: yo sobre el fin.
Yo en busca del fin. El final de estos días, tales aromas de piel, quizá los nombres olvidados no necesiten de la memoria, fotografías, siempre antes, ansío generar en este antes la perpetuidad, estar donde ya no estaré, ilusiones para abrir la desaparición. Unas contra otra y vaciar en la realidad el asco de la gula que inmoviliza.
Vaciar el asco de lo inmóvil.
Lo que pienso es inservible contra lo que siento.
Los cuerpos son magníficos para desaparecer, como habitaciones cerrada. Pero es mutilación esta magnificencia.
En todas partes habitaciones cerradas.
En cualquier lugar Fanshawe.
Oscuros o claros los ojos es lo mismo.
Máquina orgánica.
Aceite en sitios adecuados es la vida.
Creer que la pluma clavada en la mano no es real.
El lápiz que revienta el ojo.
Es tedio, hastío, no hay lealtades.
Me conmueve lo que anhelo.
Furtivo Monk es mansalva.
Destierro al frío.
El abrigo y cuello cerrado es refugio.
Valor a lo gélido.
El piano en sí no es destino, pero gran horizonte.
Contrabajo es el grueso bisturí, seca cirugía, indudable parsimonia que late al golpe abierto de platillos y baquetas.
Sólo así se sobrevive.


03 diciembre 2002





C.


El candado de nuestra boca, el candado íntimo, la fugaz realeza de la saliva.
El metal que cierra carne, mas no deseo.
El candado como ciclo estival depurado.
El candado como forja de entusiasmo, ilimitada bandera que un instante endureció.
El candado por la libertad.
El candado por los muertos.
El candado por Argentina.
El candado por 1968.
El candado por un oleaje de perdición.
El candado por la costumbre de la nostalgia, una melancolía del asco y el fervor mínimo.
Los candados son falacias patentadas en quien no desea ser libre.
La errancia en círculos es el candado.
El candado de los dedos curvados, el fórsep asturiano, las ridículas blasfemias en boca tímida.
El candado no es un océano, no abre conciencias como el fondo de los mares; sí, en cambio, es el vistazo reticente que un firme cielo arroja al paracaidista, amante de la gran boca azul.
Eso es el candado, un perro de especie limpia.
Esto es el candado, un sortilegio de tus ojos que leen.
El candado alivia la espora de la desesperación.
Al cofre de la inclemencia no lo inquieta un candado, ni el aire de mil articulaciones, ni la vergüenza.
El candado ardiente aún no existe, el calor de una uña es frugal, detestable.
La aridez en su armonía niega mi posible alcance a la apertura eterna.
Sorprende la brazada de un candado en el desierto.
Es cierto que en los candados los mitos se multiplican, las miserias de Averroes en cardumen se convierten, las artes plásticas sucumben.
Cotidiana censura a la poesía, a veces el vómito en ciclos, sin paz.
El candado o el metal en víscera; sin embargo, la figura de puente cediendo allegros al paso; no obstante, esa calvicie tan animal, excedida en frigidez.


18 febrero 2003

4 comments:

Jean Georges said...

Yo suelo dejar los candados por ahí, a su suerte, esperando que no se cierren nunca sobre las puertas que dejo abiertas. Y ellos cumplen. Obedientes. Sabedores de que en algún momento los voy a usar, para tapiar un sector de mi mente incombustible.

Silencio said...

Nunca han sido necesarios los candados
Pues tu te iras de todos modos
Nunca serán necesarias las cadenas
Pues el mounstruo está afuera

Si cierro, querras salir
Si abro querras huir

Así que el candado
Es solo la ilusión
De poder controlarte
De poder conservarte

Dharma said...

"El piano en sí no es destino, pero gran horizonte.
Contrabajo es el grueso bisturí, seca cirugía, indudable parsimonia que late al golpe abierto de platillos y baquetas.
Sólo así se sobrevive."

¿Puedo adoptarlo? Justo en el blanco con esta imagen.
Saludos.

robles quiroz said...

Mi Dharma, no es necesario preguntar. Usted puede adoptar lo que desee cuando desee. Saludos.

Jean G:

estos candados, los candados a los que recurrimos nosotros son inversos, abren en lugar de clausurar. Nunca habrá peligro para una puerta abierta tras nosotros.

Candado ilusión,
candado ilusión...

Andreas, es muy grato recibir palmadas de alguien de su talante, de alguien que se atreve a ser libre como usted cuando escribe.
Nos leemos con recíproco gusto.